Cuando en 1996 José María Aznar llegó a la Moncloa se habló de una derrota del Partido Socialista Obrero Español; apenas una diferencia de un poco más de un punto le permitía un estrecho margen para recabar el apoyo de las fuerzas nacionalistas del Congreso - catalanes (CIU) y vascos (PNV) - y formar el primer gobierno conservador de la democracia española. Era difícil hablar de victoria de Aznar, más bien de derrota socialista. Tras ocho años de gobierno y una mayoría absoluta por medio pretendía acabar su mandato como un estadista... Pero la historia quizás le pase factura.
Nació en Madrid el 25 de febrero de 1953, Casado, tres hijos, Licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid, Inspector de Finanzas del Estado, Secretario General de Alianza Popular de Logroño (1979), Secretario General de Alianza Popular (1982-1987), Diputado Nacional por Ávila entre 1982 y 1987, Presidente regional de Alianza Popular de Castilla y León, Vicepresidente nacional del Partido Popular (IX Congreso Nacional, enero 1989), Presidente del Gobierno (1996 hasta abril de 2004).
Las razones de la reciente derrota del Partido Popular no minimizan un conjunto de aciertos que deben atribuirse a José María Aznar. Básicamente, los éxitos policiales contra el terrorismo vasco y la política económica de Rodrigo Rato, con la consolidación del control del déficit europeo y la generación de un crecimiento económico estable. Dos puntos muy importantes que propiciaban una proyección electoral aparentemente imbatible. Aunque la precariedad del empleo, los desorbitados precios de la vivienda, el deterioro de los servicios públicos... hacen matizable un panorama tan triunfalista como el que se ha presentado insistentemente durante su mandato.
Su activo podría haberse visto reforzado de haber sido capaz de consensuar reformas educativas, infraestructuras y limitar privatizaciones que no garantizaban racionalización alguna, sino más bien el acceso de determinados intereses a lo público.
La mayor parte de las encuestas -oficiales y no oficiales- han dado de forma continua una valoración a José María Aznar por debajo de una buena parte de sus ministros o notables de su partido (Rodrigo Rato, Mayor Oreja, Alberto Ruiz Gallardón). Esta falta de carisma y liderazgo es una de las claves para comprender tres cosas:
Los acontecimientos recientes y más concretamente la derrota electoral del PP permiten calificar de grave error su estrategia pese a los réditos que le ha dado el férreo control mediático a la hora de paliar su falta de atractivo y carisma. Vamos a analizarlo brevemente
Felipe González, su adversario político presentaba un perfil carismático y atractivo en la política nacional e internacional. Durante más de 14 años España proyectó en América Latina una transición ejemplar a la democracia con reformas y proyectos que le dieron un vuelvo a la modernización de la vieja España. Los líderes iberoamericanos empezaban a ver en España un despegue que tendría su visualización en las fuertes inversiones de las principales empresas españolas en toda América Latina. En Europa se ganó al sector más conservador (especialmente Alemania) beneficiándose de una integración en estructuras que le estuvieron vetadas durante décadas con le régimen del dictador Franco. Pero en esencia, Felipe González no cambio la política exterior que tradicionalmente ha girado tradicionalmente como "asunto de Estado" en torno a tres ejes: Europa, América Latina y Norte África (países árabes).
José María Aznar hace trizas esta política, alejándose de sus socios europeos, apoyando a Bush en una guerra que enfrenta a España con el mundo islámico y enfría nuestra relaciones con los países árabes. Congela la relación con los países de América Latina, pese al incremento de las estrechas relaciones (inversiones, inmigración, intercambios...) y desvía su atención hacia socios como el Reino Unido, Italia... con un balance incomprensible en la política exterior.
La búsqueda de notoriedad internacional con Bush y Blair y su implicación en una incomprensible guerra, rechazada por países como Alemania o Francia, tiene en el coste del 11-M su aspecto más claro, que se agudiza en el intento de confusión mediática hacia la sociedad española. Su relación con Blair no le permite zanjar el contencioso con Gibraltar. La relación con Marruecos llega a ser crítica bloqueando acuerdos comerciales (pesca) e impidiendo una colaboración activa con el muy grave problema de la inmigración o el cómico conflicto de la isla de Perejil.
Dicen de él que es frío, enigmático, calculador y reservado. En el poder quizás hayan sido valores decisivos. El PP necesitaba de una mano dura que lo alejara de los antecedentes de partidos de centro-derecha como la UCD. En esta línea aparta a los líderes carismáticos (Gallardón, Rato, Oreja...) y se rodea de perfiles de liderazgo bajo (Mariano Rajoy) fieles interesados o con débitos y vulnerabilidades políticas (Zaplana). En educación, sanidad, medio ambiente, defensa, se rodea de personas con muy escasa relevancia y capacidad de conexión social o los propios colectivos implicados.
Lo más grave ha sido la continua desestabilización territorial española que ha provocado su autoritarismo. A la vista está el acoso a los gobiernos vasco y catalán. Pero otro tanto ha ocurrido con los enfrentamientos provocados entre Aragón, Cataluña y Levante con la guerra del agua, el acoso presupuestario en Andalucía o sus beligerancia activa en otras comunidades que tienen su lado más oscuro en la retención de la Comunidad Autónoma de Madrid tras el sospechoso transfuguismo de dos diputados del partido socialista antes de constituir la Asamblea.
El control tanto de medios públicos como privados a través de empresas como Telefónica, BBVA... le va a preservar de un desgaste que hubiera sido muy acelerado si el país hubiera tenido acceso a una información objetiva, fuera de la un aparato mediático al servicio de una superestructura política de partido. Urdaci en la televisión pública como exponente del mencionado control convierte al país en una secuencia de tópicos "España va bien" "La oposición es un desastre" ... al margen de cualquier debate de fondo que no estuviera ligado a los programas basura que con el PP llegan a su máximo esplendor. La cadena más crítica (Tele 5) queda en el punto de mira con la entrada de Berlusconi o el ascenso a los cambios en el BBVA. En definitiva un entramado mediático de que ha mermado la capacidad de debate y de ejercer una oposición efectiva.
Sin este férreo control mediático la figura de Aznar hubiera caído hace tiempo en favor de una renovación que quizás los barones de su partido, con una imagen más sólida (Gallardón, Rato, Mayor Oreja) le hubieran exigido.
Ocho años de gobierno con un equipo de ministros que la opinión pública valoraba por encima del Presidente, Un afán por buscar una proyección en la política exterior con Bush y la necesidad de dejar advertida la cesión del poder a los ocho años de gobierno para evitar un cuestionamiento de su caudillismo... Su futuro es una incógnita. Dependerá de si la derrota del PP y la decadencia del poder mediático ayuda a clarificar puntos muy oscuros del mandadto de ocho años en los que determinados casos de corrupción han sido reiteradamente frenados mediática y judicialmente (Gescartera, Diputación de Castellón, Asamblea de Madrid - Romero de Tejada, especulación inmobiliaria, Comunidad Valenciana: Canal Nou, Terra Mítica, Ciudad de las Ciencias...)
La universidad de los jesuitas, la prestigiosa Georgetown University, ha anunciado que contratará a Aznar para dar clase a los americanos sobre política europea... Quizás tengamos que ir Washington para comprender lo incomprensible, aunque de momento ya ha salido a la luz alguna información sobre las subvenciones del Gobierno español a la Georgetown, pese a la precariedad y recortes de la financiación a las universidades españolas aplicada por el PP.
Colectivo Euroresidentes. España, 5 de abril de 2004.
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