Si ciertos aparatos, con mucho mayor fuerza y potencia y mucho menos tamaño, llegan a las manos de criminales y terroristas, éstos podrían hacer mucho daño a la sociedad. Hay el riesgo de que nuevos sistemas de seguridad y defensa contra este tipo de aparatos no se desarrollen a tiempo para ser instalados de forma inmediata o comprensiva.
Los terroristas tendrían todo a su favor para cometer sus actos de terrorismo. Se podrían fabricar armas químicas y biológicas mucho más potentes y más fáciles de esconder. Sería posible fabricar todo tipo de aparatos horrorosos, incluyendo varias variedades de armas mortales que se activan por control remoto, difíciles de detectar y evitar.
Si este tipo de bomba estuviese disponible en el mercado negro o fabricado en casas, sería difícil encontrarlo antes de que fuese activado. Y órdenes policiales de búsqueda aplicadas a casas elegidas al azar serían inadmisibles desde el punto de vista de derechos de los ciudadanos en la mayoría de países desarrollados. Además, al ser posible activar las bombas a través de una red informática, los criminales no tendría que estar próximos a los sitios elegidos para ser atacados.
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