En la actualidad, el precio de compra de un producto fabricado incluye los siguientes costes:
Un porcentaje, normalmente bastante bajo, del precio de venta del producto está destinado a los proveedores de todos estos servicios.
Si las nanofábricas logran fabricar una gran variedad de productos en el momento y el sitio exacto en el que son demandados, muchos de los citados servicios dejarán de ser necesarios.
Este hecho nos deja con algunas incógnitas acerca de las características (y los riesgos) de una economía post-nanotecnología. ¿Serán los productos más baratos? ¿Desaparecerá el capitalismo? ¿Estará la mayor parte de la población en desempleo o jubilada? Dada la flexibilidad de producción de la fabricación de nanofábricas y las mejoras en la calidad de los productos, es probable que muchos tipos de productos no fabricados con nanotecnología no serán competitivos.
Si la propiedad o el control de nanofabricas resultase exclusivos, ¿se crearía el monopolio más grande del mundo, y el riesgo de sufrir prácticas abusivas y anti-competitivas? Pero, si no hay un control sobre las nanofábricas, ¿la disponibilidad masiva de copias baratas haría que no se pagase los diseñadores o empresas de marketing?
Es necesario profundizar mucho más en el estudio de este tema, pero parece claro que uno de los riesgos de la fabricación molecular es el posible desequilibrio de la estructura económica actual, con una posible reducción masiva en el valor de muchos recursos materiales y humanos, incluyendo una gran parte de nuestra infraestructura actual. Y a pesar de las esperanzas utópicas acerca de la etapa del post-capitalismo, no sabemos si se pudiese implementar a tiempo un sistema alternativo y funcional capaz de prevenir las consecuencias de un masivo desplazamiento laboral
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