Manejo de la ira en los adolescentes
Lo primero que debes saber es que la ira o la rabia es una emoción humana normal. Es la forma en que el subconsciente libera la tensión pero si no sabemos controlarla nos llevará por mal camino.
La adolescencia es la etapa donde más fácilmente la ira puede descontrolarse. Los adolescentes viven intensamente sus emociones y por ello pueden dejar arrastrar por éstas sin ser conscientes de sus consecuencias.
¿Cómo saber si la ira está fuera de control? 6 aspectos a tener en cuenta:
- Tenemos la sensación casi permanentamente de tener la razón y nos sentimos muy molestos e irritados con todos aquellos que no lo ven así.
- Nos enfadamos con cada inconveniente, con todo lo que nos molesta o se interpone en el camino de lo que queremos hacer.
- Nos lleva a comportarnos con agresividad o violencia, como gritar, despotricar, dar golpes o empujones o desear venganza.
- Nos consume mucho tiempo después de que el evento haya pasado; si insistimos en las cosas que nos molestan entonces tenemos un problema porque la ira normal sólo una respuesta emocional temporal a un constante estímulo desestabilizador.
- Cosas que no solían molestarnos se vuelven de repente problemas importantes, dignas de una discusión; esto no se aplica a los momentos en los que hemos frenado la ira normal, sino sólo a los momentos en los que no hay realmente motivo para la ira, por ejemplo, cuando alguien obtiene mejor nota que nosotros o cuando una persona tarda demasiado en el baño.
- Nos damos cuenta de que estamos haciendo cosas autodestructivas para hacer frente a nuestros sentimientos de enfado, como conducir de forma temeraria, realizar actividades de ocio peligrosas, pelearse, tomar drogas y alcohol o realizar prácticas sexuales de riesgo.
Técnicas para aprender a manejar la ira durante la adolescencia
- Aprender a reconocer la diferencia entre una molestia o inconveniente y un buen motivo para ponerse furioso, como alguien que nos esté haciendo daño, esté hiriendo a alguien a quien queremos o dañando algo de nuestra propiedad; todas estas son buenas razones para enfadarse. En cambio, que alguien "nos falte al respeto", se interponga en nuestro camino, nos retrase, tenga más suerte que nosotros o haga algo mejor, no son causas razonables de ira.
- Aprender a respirar profundamente, alejarse de la situación y preguntarse: "¿Cuál es el verdadero motivo de mi gran enfado?. A veces la gente desvía la ira causada por un problema importante hacia las molestias e inconvenientes de la vida cotidiana. Si esto es el caso, pues una vez identificado el problema, es muy importante encontrar una resolución para que pueda eliminarlo y vivir más feliz.
- Aprender a conocer nuestros factores desencadenantes: si hay ciertas cosas que sabemos que nos molestan o que no podemos aceptar, es importante identificarlas, tomar medidas para evitarlas y entrenar una reacción adecuada en nuestra mente mientras estamos tranquilos para lograr reaccionar de esa manera cuando el problema surja en la vida real.
- Planificar bien el tiempo: uno de los factores de estrés más comunes es la mala gestión del tiempo; cuando tenemos prisa y algo nos retrasa aún más es muy probable que reaccionemos con ira; la forma más sencilla de evitarlo es poner en práctica una gestión de tiempo eficaz. Es muy útil hacer una lista de tareas pendientes, en un ranking de importancia (lo mas urgente primero) y empezar a realizarlas. Cada vez que se termine una tarea o gestión, la tachamos de la lista. Será motivo de gran satisfacción ver como se reduce la lista y nos sentiremos más tranquilos como consecuencia.
- Hacer ejercicio con regularidad. El ejercicio físico es una gran aliada durante la adolescencia, pues es una excelente manera de eliminar el estrés y la tensión del cuerpo y la mente. Las personas que hacen ejercicio regularmente tienen menos probabilidades de reaccionar de forma exagerada ante molestias e inconvenientes.
- Aprender a comunicarse mejor. Reaccionar con ira a menudo hace que el centro de razonamiento del cerebro se apague durante un tiempo y el modo de volver a activarlo es hablando en lugar de actuar bajo el dominio de la ira; puede parecer una locura, pero tomarse unos minutos para reorganizar los pensamientos y pronunciarlos en voz alta puede hacer maravillas para calmar una situación de enfado.
Fuente: Anger Management Teens.