Una propuesta de breves lecturas para la Semana Santa
Para muchos extranjeros, extraños al estilo barroco, la religiosidad andaluza puede parecer caudalosa y acaso pagana. Los mismos españoles del norte -algunos, por lo menos- ven en la Semana Santa de Málaga o de Sevilla, una «fiesta de color, explosión primaveral de alegría, incompatible, al menos formalmente, con la rememoración de la tragedia cristiana».
Alucinados por la historia del Mediterráneo, «el mar de las divinidades antiguas», ven «un juego sagrado orgiástico» en el que las imágenes se identifican con las personas sagradas que representan, cobrando una extraña vida. No parece advertir Fernández Suárez que Andalucía tiene laemoción muy cerca de los sentidos y que vive en Semana Mayor con un sentimiento a flor de piel. En esos días se vive, como dice el pueblo andaluz, una muerte chiquita. No hay que confundir la idolatría con el amor cristiano y con el respeto o la veneración religiosa o las imágenes. «Los paganos -observa Manuel Machado- desconocieron el amor tal como lo hemos entendido y sentido, hasta en sus mayores deliquios y delirios, los cristianos. El amor es cristiano, y Sevilla toda en estos días, es amor. El propio realismo de nuestros Cristos y nuestras dolorosas es una manifestación del amor a Dios y a su Madre Santísima. Humanizar lo divino -y hasta sevillanizarlo- puede serlo todo menos paganismo. Humanizar lo divino tiene, además, el más alto origen en el camino de la Redención». No resulta fácil comprender la locura de amor. Y Andalucía, en su Semana Santa, está loca por amor. ¿Acaso el mismo Jesús no rubricó, con su sangre redentora, la superioridad del amor sobre la muerte? Por eso Andalucía acepta sin violencia, cristianísimamente, la muerte. Por eso vive en función de Semana Santa todo el año. Obra maestra de la religiosidad popular. Regalo estético y ofrenda religiosa. Jamás podrá penetrar en la íntima raíz de la Semana Santa sevillana, quien no conozca la fisonomía y los rasgos psicológicos del pueblo hispalense.
Agustín Basave Fernández del Valle: Visión de Andalucía
En mi segundo viaje a Tarma y en mi estada allí, la impresión se me hizo más viva, aunque esta ciudad es relativamente menos vetusta que Cajamarca y los modernismos parecen encontrar menos resistencia. Y, sin embargo, vense corros de beatitas en la atrio de la iglesia y animadas tertulias en casa del boticario; en muchos hogares se detiene reverente el tiempo, y en la carne floreciente y joven anima un espíritu antiguo. En la Semana Santa, esa Semana Santa que pierde de día en día su colorido en Lima, un alma española llena de fervor y ostentación las calles. Los indios vienen desde los más lejanos caseríos trayendo flores con las que tejen primorosas alfombras para el paso de las andas..
...
España en el Perú : Esteban M. Cáceres
A comienzos del siglo XV, la conjunción de varias circunstancias dieron lugar al nacimiento de las primeras cofradías penitenciales y de los desfiles de Semana Santa. Destacan la disciplina pública, la práctica del Vía Crucis, el auge de la devoción y culto a la Pasión, así como que los gremios se limitaran exclusivamente a asuntos profesionales, dedicándose las cofradías a la mejora espiritual de sus miembros.
La disciplina pública está muy relacionada con el dominico valenciano San Vicente Ferrer. Por tanto, no es de extrañar que desde el Convento de Santo Domingo se fomentara su práctica, al ser un medio de expiación de los pecados, lo que ya suponía un claro precedente de las procesiones penitenciales durante los días de la Semana Santa.
Fray Álvaro de Córdoba dentro del proceso de reforma de la Orden de Predicadores, fundó en 1420 en las afueras de Córdoba el Convento de Escalaceli, donde instaló un Vía Crucis que se considera el primero de Europa, y desde el que extendió su práctica en razón de la dificultad de desplazarse a Tierra Santa. Se trataba de un peregrinaje de sustitución, consistente en recorrer rezando cada una de las catorce estaciones en que se dividía, en memoria de los pasos que dio Jesucristo camino del Calvario.
Esta práctica devocional se concretó en Doña Mencía en la existencia de un lugar con cierto parecido al Gólgota y que tenía por nombre Calvario, pues era la última estación de un Vía Crucis existente en esta localidad.
Asimismo, la celebración del calendario litúrgico nos hace saber de la conmemoración de la Pasión de Jesucristo, antes del nacimiento de las propias cofradías penitenciales. Pues durante el siglo XV esta fiesta religiosa se limitaba tanto para los fieles como para el clero, a los actos y oficios litúrgicos que se celebran en las propias parroquias el Jueves, Viernes Santo y Domingo de Resurrección.
Tenemos constancia documental de los mismos, como resulta de la memoria perpetua fundada por el bachiller Hermosilla y su esposa Isabel Castro, en su testamento otorgado el 7 de mayo de 1548, al disponer que se pusiera un cirio de cera delante del Santísimo Sacramento el Jueves Santo. Por tanto, nos hace saber de la instalación del Monumento al Santísimo en la capilla mayor, y la visita por los mencianos a la iglesia conventual durante los días de Semana Santa:
Antonio Cantero Muñoz: Religiosidad popular y Semana Santa en la iglesia dominicana de Doña Mencía : (S. XVI-XVIII)
Enlaces Relacionados con Semana Santa:
Te invitamos a que copies y pegues estos fragmentos y lo envíes. Felicita con buena literatura española.
Cuéntanos: ¿Nos envías otros textos?