Quizá al decir Quevedo únicamente nos vengan poemas de amor, recuerdos de un momento dónde la poesía nos envolvía...
En este poema nos muestra los sentimientos más profundos de un amor más allá de la vida...
Cerrar
podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y
podrá desatar esta alma mía
Hora a su afán ansioso lisonjera;
Mas
no, de esotra parte, en la ribera,
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar
sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.
Alma
a quien todo un dios prisión ha sido,
Venas que humor a tanto fuego
han dado,
Medulas que han gloriosamente ardido:
Su
cuerpo dejará no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá
sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.
FRANCISCO DE QUEVEDO (1580-1645)
Estamos ante un soneto, composición poética que cuenta con catorce versos de once sílabas: dos cuartetos, o serventesios, y dos tercetos.
En cuanto a las sílabas, cada verso se compone de once sílabas
En cuanto a la rima, estamos ante una rima perfecta con el esquema ABBA ABBA CDC DCD.
Cerrar podrá mis ojos la postrera A
Sombra que me llevare el blanco día, B
Y podrá desatar esta alma mía B
Hora a su afán ansioso lisonjera; AMas no, de esotra parte, en la ribera, A
Dejará la memoria, en donde ardía: B
Nadar sabe mi llama el agua fría, B
Y perder el respeto a ley severa. AAlma a quien todo un dios prisión ha sido, C
Venas que humor a tanto fuego han dado, D
Medulas que han gloriosamente ardido: CSu cuerpo dejará no su cuidado; D
Serán ceniza, mas tendrá sentido; C
Polvo serán, mas polvo enamorado. D
Francisco de Quevedo es sobre todo conocido por su poesía satírica y burlona, siendo poco conocida su poesía amorosa. Sin embargo, ésta, a juicio de los críticos, alcanza las más altas cotas de la lírica española. Es lo que ocurre con "Amor constante más allá de la muerte", considerado uno de los más bellos sonetos de amor jamás escritos en lengua española.
En apenas catorce versos Quevedo condensa
parte de la mitología griega sobre el más allá: tras la muerte("la
postrera sombra que me llevare el blanco día"), el alma se separa
del cuerpo y tiene que atravesar la siniestra laguna Estigia, conducida a bordo
de la barca de Caronte. La ley impone que al atravesar la laguna el alma tiene
que dejar todos sus recuerdos en la ribera de la que se parte, de modo que cuando
se llega al destino final, los infiernos, ningún recuerdo le quede a esa
alma.
Ahora bien, el amor del poeta es tan intenso que esté dispuesto
a desafiar la ley de los infiernos:
"mas no, de esotra parte, en la
ribera,
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama
el agua fría,
y perder el respeto a ley severa."
La alusión
a la "llama" ha de ponerse necesariamente en relación con la
conocida metáfora que identifica al amor con un fuego intenso, lo que se
simplifica aludiendo únicamente a la llama, en ese conceptualismo propio
de Quevedo. El recuerdo de ese amor no puede quedarse en la ribera de la laguna,
viendo como se aleja el alma que lo albergó("alma a quien todo un
dios prisión ha sido"). Será capaz de "nadar el agua fría"
persiguiendo a esa alma atormentada
Y llegamos a la parte final, la descripción
de ese profundo amor, inolvidable incluso después de la muerte. Para entender
correctamente el poema hay que desentrañar el sentido de los últimos
seis versos, y colocarlos correctamente, porque el poeta ha jugado con los mismos
para realzar el emocionante final, de modo que, ordenados, resultan del siguiente
modo:
"Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
su cuerpo
dejará no su cuidado"
"venas que humor a tanto fuego han
dado,
serán ceniza, mas tendrá sentido"
"medulas
que han gloriosamente ardido,
polvo serán, mas polvo enamorado".
Ese alma que ha sido como una prisión para ese amor dejará su cuerpo, pero nunca el cuidado del mismo; las venas por las que ha corrido el fuego de ese amor serán ceniza como consecuencia de la muerte, pero tendrán sentido... Medulas (medula, no médula porque la expresión "médula" no se empleó hasta el siglo XIX), que han gloriosamente ardido, esto es, un amor que llegaba hasta lo más profundo de los huesos; "polvo serán, mas polvo enamorado", siendo esto lo que da sentido a toda la existencia.
El poema, por tanto, describe un amor de tal profundidad que resulta inolvidable incluso después de la muerte, y es tal la intensidad de ese amor que no solo daba sentido a la vida del poeta, sino que también da sentido a su muerte: "serán ceniza, mas tendrá sentido; polvo serán, mas polvo enamorado".