Abrir la puerta de cada de su mano cuándo somos pequeños, o despertar e ir corriendo a su cama los domingos, el olor a café por las mañanas y su sonrisa al despertarnos. ¿Qué es una casa sin una madre?
Una madre en casa y el cariño en cada uno de sus movimiento; el estrés en cada una de sus obligaciones y la sonrisa en cualquier momento hacen que una casa sea diferente con ellas...
La
Mujer y la Casa
Hervías
la leche
y seguías las aromosas costumbres del café.
Recorrías
la casa
con una medida sin desperdicios.
Cada minucia un sacramento,
como
una ofrenda al peso de la noche.
Todas tus horas están justificadas
al
pasar del comedor a la sala,
dónde están los retratos
que
gustan de tus comentarios.
Fijas la ley de todos los días
y el ave
dominical se entreabre
con los colores del fuego
y las espumas del puchero.
Cuando
se rompe un vaso,
es tu risa la que tintinea.
El centro de la casa
vuela
como el punto en la línea.
En tus pesadillas
llueve interminablemente
sobre
la colección de matas
enanas y el flamboyán(*) subterráneo.
Si
te atolondras
el firmamento roto
en lanzas de mármol
se echaría
sobre nosotros
(*) El Flamboyán amarillo
es oriundo de las Islas Filipinas. Es un árbol de porte majestuoso que
se cultiva en Centro América, mayormente en Cuba, Puerto Rico y Panamá.
José Lezama Lima