Las madres tienen un amor único, especial y como dicen algunas... inexplicable hacia los hijos. Un amor incondicional y eterno que cada día les da la vida.
Una madre tiene la capacidad de amar, perdonar, entender, abrazar... como nadie. Es capaz de hacernos sonreír cuándo más lo necesitamos o más tristes nos encontramos; capaz de hacernos reaccionar cuándo estamos desorientados... Una madre es amor, amor y más amor.
Sólo la madre amorosa,
de sus hijos cuidadosa,
yace en vela;
y a su afecto reverente
es, de la vida inocente,
centinela.
¿Qué
del hombre sucediera,
si a su lado no tuviera
en la infancia,
de una madre el dulce anhelo,
sus caricias, su consuelo,
su constancia?
Rafael Carvajal (1818-1881)
Mas no, que también velando
en su triste soledad,
con el alma dolorida
un hijo infeliz está;
y en medio
de la amargura
de su mísera aflicción
al suspirar por
su madre
calma un tanto su dolor.
¡Ay! suspiro, que en
mi pecho
el amor hizo nacer,
parte veloz, ahora mismo,
adonde mi
alma se fue;
y dile a mi dulce madre,
ocultando tu aflicción,
que eres consuelo en su ausencia,
que eres prenda de su amor.
Y dile, si acaso llora,
proscrito al verme infeliz,
por Dios, que enjugue
su llanto,
que no lo vierta por mí.
Tal vez sus lágrimas
pías,
agravando su pesar
haranme víctima triste
de
inconsolable orfandad.
Que ella es la luz de mis ojos,
el
remedio en mi dolor,
el sostén de mi esperanza,
la vida del corazón.
Que guarde su tierno llanto
para otro cercano mal...
¡Quizá
las puertas se me abren
de la inmensa eternidad!
Que una lágrima
en mi tumba
debo a sus ojos pedir;
pero esa lágrima sólo
por el tiempo que viví.
Entre tanto, madre mía,
calme el cielo tu aflicción,
recordando que padezco
por
mi patria y por mi honor.
Todo harán mis enemigos
con
la fuerza y su maldad;
pero no impedir que te ame,
eso no, jamás
podrán:
Y a que conozcas te envío
desde extranjera
mansión
«Un recuerdo», a tu memoria
y a tus caricias,
mi amor.
Rafael Carvajal (1818-1881)