Figúrense la sorpresa de los funcionarios de la Unión Europea al recibir dos idénticos borradores de la Constitución uno en valenciano y otro en catalán. El "funcionario" los revisa página por página y los ve idénticos hasta en la comas, pero uno es en lengua catalana y el otro en lengua valenciana. Obviamente, pensará que el Presidente del Gobierno español le está tomando el pelo o que es una broma de la cámara oculta.
Y es que, históricamente, el Gobierno socialista no supo resolver esta cuestión por la propia incapacidad valenciana de resolver "sus problemas de identidad" y esto está trayendo consecuencias actuales como la ocurrida al Presidente Zapatero.
Permítanme que le dé la razón a Pascual Maragall. El president de la Generalitat tiene todo el derecho a enfadarse y a mandar a los tribunales a un inocente Zapatero. ¿Se imaginan a los "andaluzes" de Chaves redactando una Constitución diferente de la castellana? ¿Lo hubiera consentido el Presidente de Castilla -León? ¿Lo hubiera consentido el propio Zapatero?
Es insostenible que un Estado serio dé cobertura a fobias artificiales y se preste a utilizar la lengua como instrumento. No hay un filólogo serio que pertenezca a una universidad seria dentro y fuera de España que sostenga que el valenciano y el catalán son dos lenguas diferentes. Es más las tres universidades de la Comunidad Valenciana y sus respectivos departamentos de filología (que por cierto se llaman de filología "catalana") han hecho mil declaraciones en favor de la unidad de la lengua y sobre la identidad de ambas denominaciones.
La derecha valenciana basó desde hace años su estrategia nacionalista (más bien regionalista) en un anti-catalanismo visceral. Un sector de la prensa "Las Provincias" (en la época de una ambiciosa periodista variopinta Maria Consuelo Reina, defenestrada por el propio PP) alimentó durante años, con argumentos que rayaban en la mayor demagogia, populismo y folklore a un sector político que se agrupaba en la "Unión Valenciana". Este pequeño partido, que siempre deambuló dentro de la mayor debilidad en el escenario político valenciano, tomó como bandera la "lengua valenciana", esto es, una lengua diferente de la catalana, dotada de una Academia y todo, pese a las fuertes críticas que las universidades valencianas realizaban a este folclórico sector.
Ni el PP, que eligió a un científico como Grisolía como árbitro, pero que protegió a este sector dándole un peso y relevancia que no le correspondía, ni anteriormente el partido socialista valenciano que anduvo en la mayor ambigüedad para no ser tachado por los radicales de "catalanistas", tuvieron la honestidad, capacidad, seriedad y fuerza para poner las cosas claras.
Hoy en Europa hemos hecho el ridículo todos los españoles. Zapatero podrá escudarse en temas legales e incluso callarle la boca a Maragall, pero se ha convertido en continuador de un inmenso fraude que los propios documentos reflejan escandalósamente: los dos ejemplares de la Constitución en catalán y valenciano son idénticos.
Los catalanes son a veces excesivamente pretenciosos. Podría estar de acuerdo en no autorizarles ni la selección de fútbol, el dominio ca, la matricula de coche, ni más autonomía de la que tienen, pero sí les daría lo que es suyo por derecho propio: su identidad cultural y lingüística compartida con otra parte del territorio español perteneciente a otra Comunidad Autónoma. El delito de utilizar la demagogia de ciertos intereses conservadores con la mentira y la distorsión (especialmente a través de la prensa) es intolerable cuando entra dentro de una materia tan seria como la lengua o la cultura.
Sr. Presidente Zapatero, es muy interesante su
foto con los rectores, pregúnteles acerca del valenciano y el catalán, por favor, hágales caso. Y deje a los los folclóricos que se ocupen de la fallas.
Sr. Maragall, por un día me ha caído muy simpático, mantenga su demanda... :) pero olvídese de los
paisos catalans. Aunque, sin duda, contribuirían a hacer de Catalunya un espacio más abierto, cercano a España, más solidario y plural.
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