Pablo de Sarasate
Debería haber hecho referencia a Pablo de Sarasate antes de ahora, porque este gran violinista español era tan representativo de la música española de su generación como otros de la suya.
Sarasate nació en Pamplona en 1844 y todavía hoy, cuando algunos participan en el rito salvaje de toros frenéticos que corren locos por las calles de Pamplona, se organiza otro festival muy distinto, en el Conservatorio, en honor del hijo más famoso de esta ciudad.
Pablo de Sarasate empezó a estudiar el violín cuando tenía tan solo cinco años. Su maestro era su padre, miembro de una banda de música militar. Pablo ofreció su primer concierto en A Coruña tres años más tarde. Después de unos estudios en Madrid, la madre del violinista decidió llevarle a Paris, pero justo después de cruzar la frontera con Francia se murió trágicamente de un ataque al corazón. El Cónsul español en Bayona se hizo amigo de Pablo, y le pagó su viaje a Paris donde se convirtió en estudiante del Conversatoire y su talento excepcional empezó a ser evidente.
Las interpretaciones de las Fantasías de Ópera de Pablo de Sarasate y de otras obras compuestas por el (muchas con sabor español) se hicieron famosas y gracias a su influencia, los compositores de la época como Lalo, Bizet y Saint-Saens, escribieron música con el color y los ritmos de de su país nativo.
George Bernard Shaw, un crítico nada fácil de complacer, se mostraba muy entusiasta en sus opiniones sobre Sarasate como compositor y virtuoso, diciendo "deja a cualquier posible crítica millas atrás". Sus cuatro volúmenes de danzas españolas para violín y piano todavía se tocan hoy en día.
Descrito como un verdadero caballero español, tenía muchas admiradoras aunque ninguna logró convencerle para que se casase. Se decía que siempre mantenía un suministro de varios abaniques para regalar a sus admiradoras después de sus conciertos. Cuando murió era un hombre rico, y dejó la mayor parte de su fortuna a su ciudad donde hoy se puede visitar un museo dedicado a su recuerdo, la Sala-Museo Sarasate, situado en la primera planta del Ayuntamiento de Pamplona.
B.R.
Sarasate nació en Pamplona en 1844 y todavía hoy, cuando algunos participan en el rito salvaje de toros frenéticos que corren locos por las calles de Pamplona, se organiza otro festival muy distinto, en el Conservatorio, en honor del hijo más famoso de esta ciudad.
Pablo de Sarasate empezó a estudiar el violín cuando tenía tan solo cinco años. Su maestro era su padre, miembro de una banda de música militar. Pablo ofreció su primer concierto en A Coruña tres años más tarde. Después de unos estudios en Madrid, la madre del violinista decidió llevarle a Paris, pero justo después de cruzar la frontera con Francia se murió trágicamente de un ataque al corazón. El Cónsul español en Bayona se hizo amigo de Pablo, y le pagó su viaje a Paris donde se convirtió en estudiante del Conversatoire y su talento excepcional empezó a ser evidente.
Las interpretaciones de las Fantasías de Ópera de Pablo de Sarasate y de otras obras compuestas por el (muchas con sabor español) se hicieron famosas y gracias a su influencia, los compositores de la época como Lalo, Bizet y Saint-Saens, escribieron música con el color y los ritmos de de su país nativo.
George Bernard Shaw, un crítico nada fácil de complacer, se mostraba muy entusiasta en sus opiniones sobre Sarasate como compositor y virtuoso, diciendo "deja a cualquier posible crítica millas atrás". Sus cuatro volúmenes de danzas españolas para violín y piano todavía se tocan hoy en día.
Descrito como un verdadero caballero español, tenía muchas admiradoras aunque ninguna logró convencerle para que se casase. Se decía que siempre mantenía un suministro de varios abaniques para regalar a sus admiradoras después de sus conciertos. Cuando murió era un hombre rico, y dejó la mayor parte de su fortuna a su ciudad donde hoy se puede visitar un museo dedicado a su recuerdo, la Sala-Museo Sarasate, situado en la primera planta del Ayuntamiento de Pamplona.
B.R.
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