jueves, mayo 07, 2009

‘No creo en Dios’…

….‘Pero le hecho de menos’. Así empieza el último libro de Julian Barnes llamado ‘No hay motivos para tener miedo' lo cual estoy leyendo. El libro esta influenciado por el escritor Francés Jules Renard, y se trata de la inevitabilidad de la muerte, un tema que hasta ahora he evitado hablar en esta serie de blogs. Barnes insiste que su libro no es una autobiografía pero que es un tapiz de memoria y reflexión con referencias constantes a su familia inmediata y en particular su hermano mayor, y siempre con el tema de su actitud sobre su propia muerte.

Los hermanos hablan con cada uno sobre sus experiencias compartidas del pasado. Barnes dice que cuando eres joven la memoria es una experiencia inmediata pero como adultos estamos afectados por aproximación, fluidez y dudas. Cuando somos mayores empezamos a recordar segmentos perdidos de nuestra infancia las cuales llegan a ser más vivos que las memorias de los años más cercanos.

Barnes dice que tiene miedo de la muerte y insiste en que es un miedo racional mientras cuando la gente creía en dios (asume que ya no hay nadie que cree en dios) por lo menos podrías ‘negociar’ la muerte. Dios podría ser un dios vengativo a un dios compasivo. Barnes dice que no puedes hacer lo mismo con la muerte…la muerte no desaparece o cambia y nunca te falla y esta presente los 7 días de la semana.

Barnes mantiene este estilo irónico, ligero y provocativo en su libro y detrás de la mascara parece haber una ansiedad real sobre el final de su vida comparado con la certeza que cree que la gente de fe posean. Con el paso de los años este contrapunto entre tu fe personal y el final de tu vida llegar a ser ineludible. Trabajo voluntariamente para una organización que ayuda a la gente que han sufrido la muerte de alguien querido y no escapo de pensar en mi propia muerte.

Intento ser sincero con mi mismo. Tengo miedo sobre la manera de mi muerte. Como los demás no quiero acabar mi vida con mucho dolor o confusión mental. Quiero que sea conclusivo - el final de una vida interesante donde había trabajo para hacer, gente para querer y ser queridos y una comunidad de fe a la cual pertenecer.

Pero por supuesto el final no se puede arreglar como uno quiere pero la aceptación de su inevitabilidad si. Y creo, pero quizás me estoy engañando, que estoy tranquilo sobre ello.

Bryan