La tercera edad y la importancia de la amistad
Lo malo es que cuando uno envejece, ya no hay tantas personas a su alrededor con las que pueda entenderse y relacionarse. Algunos de nuestros amigos se han muerto. Tal vez has tenido que trasladarte del lugar donde antes vivías a otro. Además, a nuestra edad es más difícil hacer nuevas amistades: ya no tienes compañeros de trabajo, probablemente tengas una vida social menos activa que antes, y desde hace muchos años careces de foros de amistades tradicionales como por ejemplo la puerta del colegio de tus hijos.
Por todo ello, en la tercera edad valoramos especialmente los viejos amigos, y nuestro lenguaje social e historia común nos unen más que nunca.
En los últimos años, Internet nos permite localizar personas con las que hace años perdiste el contacto. También existen todo tipo de clubs, sociedades y asociaciones para la tercera edad en todos los lugares. En la ciudad donde yo vivo, hay tantos clubes de comida para gente mayor gestionados por las iglesias locales, que uno podría comer fuera en uno de ellos cada día de la semana si quisiera. En estos sitios la posibilidad de hacer amigos es tan importante como la calidad de la comida servida.
Además, siempre existe cierta demanda para voluntarios en diversos sectores. En el hospital de mi ciudad, a veces uno no puede ni moverse por los pelotones de simpáticas personas mayores esperando para llevar a pacientes en sillas de rueda a su habitación, atender y ayudar en la cafetería gestionada por una sociedad de voluntarios llamado Hospital Friends, o ayudarte encontrar un rincón escondido del hospital que, sin su ayuda, te sería imposible encontrar. A través del proceso de ayudar a los demás, pueden surgir nuevas amistades.
Un tipo de amistad muy especial es aquel que se forma traspasando generaciones. Abuelos y nietos comparten una afinidad tan especial que debe ser apreciada y celebrada, y si no gozas del privilegio de ser abuelo, tal vez podrías convertirte en "tío" o "tía" adoptiva de un niño. Los miembros de la tercera edad, con nuestras arrugas e historias de un lejano pasado, resultamos muy fascinantes para los niños.
No existen unas reglas sobre cómo hacer amigos aplicables a todo el mundo. Todos somos diferentes, y algunos somos más tímidos que otros. Además, con la edad es cada vez más difícil para muchos de nosotros saber cómo "presentarnos" a otras personas. Estamos más inseguros sobre qué podemos ofrecer a una relación de amistad, y tenemos más miedo ante un posible rechazo.
Tal vez sea difícil hacer amigos. Pero probablemente es más difícil todavía vivir sin ellos.
Bryan