PROTAGONISTAS DE LA EMPRESA FAMILIAR ; LOS FAMILIARES DE LOS SOCIOS
Tengo que confesar que cuando me propuse escribir sobre mis reflexiones acerca de los protagonistas de la empresa familiar, pensé que el tema me iba a fluir con facilidad ya que mi vida profesional ha ido consumiéndose por el paraje de la familia y que, por tanto, conozco todos sus vericuetos.
También me argumentaba a mí mismo que he tenido, y tengo, amigos que anduvieron por los mismos derroteros; que mis vivencias de charlas y coloquios con jóvenes y adultos, sumaban suficientes experiencias como para otorgarme la licencia de mi opinión e incluso permitirme jugar con el símil de una representación teatral o una película, donde el papel de cada personaje está pre-escrito como los hados de los dramas griegos predeterminan el destino de los actores..
Obviedades
Hoy releo lo escrito y llego a la conclusión de que, como castigo a mi osadía no he aportado nada nuevo: los comportamientos de las personas se repiten, los sentimientos se ocultan cuando aparecen los intereses, las pasiones ciegan los juicios y …obviedades sin fin, pero realidades incuestionables grabadas en su razón desde que el hombre es hombre.
¿He perdido el tiempo?....probablemente sí.
Decido seguir porque cuando la razón se ofusca, cuando la sinrazón se impone no está de más añadir una gotas clarificadoras que como el colirio ayuden a aclarar, por pura repetición de la medicina, hasta dejar los ojos del entendimiento dispuestos para la visión clarificadora del paisaje.
Es otra obviedad que el socio con el transcurso del tiempo, va formando su propio y personal grupo familiar; ahora tiene pareja, y, generalmente, entra en la edad de la paternidad y de la educación de sus propios hijos; la preocupación por encauzarlos hacia el día de mañana va a ser su punto de referencia y, al sentirse responsable de los suyos, propiciará y sedimentará caracteres diferenciales que le van apartando de la familia- raíz. Aquella visión, unifamiliar y potente, que parecía indestructible, se debilita: ya no tienen prioridad los consejos de los padres o los hermanos, sustituidos ahora por susurros al oído, insinuaciones y consejos del “te lo digo por tu bien”. Ya hablé de esto en el capitulo anterior, al referirme a los Socios nocturnos.
Y tampoco descubro nada nuevo cuando veo con claridad, que nuestra personalidad se adapta al tiempo como medida y como perspectiva y… al final nuestros criterios se transforman, en mayor o menor medida, fruto de esa amalgama de influencias entre las que se encuentran las de las personas que conforman nuestra personal biografía y, especialmente, las de aquellas con quienes convivimos.
Es la ley de la vida: el clan principal se divide para formar tantos clanes como ramas familiares brotan del tronco-madre..
El lector, a poco que tenga experiencia, me dará la razón en que la pareja, los hijos, los suegros, los cuñados, los sobrinos.......todos influyen de manera sustancial en nuestros propios juicios hasta el punto de variar, en no pocas ocasiones, nuestras habituales pautas de conducta.
Los que desempeñamos el papel de socios en una empresa, nacida e integrada en la familia, no somos distintos al resto de los humanos y, por tanto, un comentario intencionado, una frase, una confidencia, un consejo interesado, una comparación que induce a la sospecha, y tantas suspicacias más, pueden provocar en el socio, poco a poco, al principio la duda y, después la desconfianza. La fiabilidad entre los miembros, base de la empresa familiar, comenzará a debilitarse y poco a poco llegarán las malevolencias y las maledicencias que desatarán los celos las envidias y los reproches, para desembocar en el torrente caudaloso de las pasiones, que acabarán sembrando la semilla de la desunión del socio ante sus compañeros de negocio.
CONCLUSIONES
Reconozco mi dificultad en detectar los grises. Me condiciona mucho mi tendencia a ver las actitudes de los hombres en blanco o negro. Contra esta incapacidad de grises he peleado conmigo mismo toda mi vida. A veces consigo vislumbrar el gris pero hablando de las empresas familiares, francamente, me cuesta descubrirlo. Creo en los valores familiares como base de las primeras etapas de la vida; pero también aseguro que el tiempo hace que las cédulas familiares, cuando maduran, se dividen por la ley natural de la supervivencia.
Mi gris, para esta ocasión, sería aventurar que sólo una fuerte personalidad y un sentido profundo de la lealtad y de la confianza ante los demás socios, podrán blindar al socio familiar ante las tentaciones de desunión de quienes, alienados por su propio provecho, siembran la cizaña sin pretenderlo. Distinguir con claridad lo que es cuestión de empresa de lo que concierne a “los suyos” no es tarea sencilla, pero a ella habrá que aplicarse con la tenacidad y frialdad que requiere la voluntad de mantener la cabeza fría si se quiere salvar la unidad familiar
Y no sólo él sino también los otros, difícil ¿no?
Y puesto el gris sobre el tapete, pienso con honradez, que me queda la tranquilidad de haber escrito lo que debo aunque me quede la intranquilidad de aconsejar lo imposible por la sencilla razón de que desalojar las semillas de la discordia de nuestra conciencia, limpiar el subconsciente, es imposible cuando, si nos metemos en negocios, la realidad es que la comunidad familiar ceda el terreno a la sociedad familiar. No es lo mismo, les diferencia una profunda palabra: la solidaridad.
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También me argumentaba a mí mismo que he tenido, y tengo, amigos que anduvieron por los mismos derroteros; que mis vivencias de charlas y coloquios con jóvenes y adultos, sumaban suficientes experiencias como para otorgarme la licencia de mi opinión e incluso permitirme jugar con el símil de una representación teatral o una película, donde el papel de cada personaje está pre-escrito como los hados de los dramas griegos predeterminan el destino de los actores..
Obviedades
Hoy releo lo escrito y llego a la conclusión de que, como castigo a mi osadía no he aportado nada nuevo: los comportamientos de las personas se repiten, los sentimientos se ocultan cuando aparecen los intereses, las pasiones ciegan los juicios y …obviedades sin fin, pero realidades incuestionables grabadas en su razón desde que el hombre es hombre.
¿He perdido el tiempo?....probablemente sí.
Decido seguir porque cuando la razón se ofusca, cuando la sinrazón se impone no está de más añadir una gotas clarificadoras que como el colirio ayuden a aclarar, por pura repetición de la medicina, hasta dejar los ojos del entendimiento dispuestos para la visión clarificadora del paisaje.
Es otra obviedad que el socio con el transcurso del tiempo, va formando su propio y personal grupo familiar; ahora tiene pareja, y, generalmente, entra en la edad de la paternidad y de la educación de sus propios hijos; la preocupación por encauzarlos hacia el día de mañana va a ser su punto de referencia y, al sentirse responsable de los suyos, propiciará y sedimentará caracteres diferenciales que le van apartando de la familia- raíz. Aquella visión, unifamiliar y potente, que parecía indestructible, se debilita: ya no tienen prioridad los consejos de los padres o los hermanos, sustituidos ahora por susurros al oído, insinuaciones y consejos del “te lo digo por tu bien”. Ya hablé de esto en el capitulo anterior, al referirme a los Socios nocturnos.
Y tampoco descubro nada nuevo cuando veo con claridad, que nuestra personalidad se adapta al tiempo como medida y como perspectiva y… al final nuestros criterios se transforman, en mayor o menor medida, fruto de esa amalgama de influencias entre las que se encuentran las de las personas que conforman nuestra personal biografía y, especialmente, las de aquellas con quienes convivimos.
Es la ley de la vida: el clan principal se divide para formar tantos clanes como ramas familiares brotan del tronco-madre..
El lector, a poco que tenga experiencia, me dará la razón en que la pareja, los hijos, los suegros, los cuñados, los sobrinos.......todos influyen de manera sustancial en nuestros propios juicios hasta el punto de variar, en no pocas ocasiones, nuestras habituales pautas de conducta.
Los que desempeñamos el papel de socios en una empresa, nacida e integrada en la familia, no somos distintos al resto de los humanos y, por tanto, un comentario intencionado, una frase, una confidencia, un consejo interesado, una comparación que induce a la sospecha, y tantas suspicacias más, pueden provocar en el socio, poco a poco, al principio la duda y, después la desconfianza. La fiabilidad entre los miembros, base de la empresa familiar, comenzará a debilitarse y poco a poco llegarán las malevolencias y las maledicencias que desatarán los celos las envidias y los reproches, para desembocar en el torrente caudaloso de las pasiones, que acabarán sembrando la semilla de la desunión del socio ante sus compañeros de negocio.
CONCLUSIONES
Reconozco mi dificultad en detectar los grises. Me condiciona mucho mi tendencia a ver las actitudes de los hombres en blanco o negro. Contra esta incapacidad de grises he peleado conmigo mismo toda mi vida. A veces consigo vislumbrar el gris pero hablando de las empresas familiares, francamente, me cuesta descubrirlo. Creo en los valores familiares como base de las primeras etapas de la vida; pero también aseguro que el tiempo hace que las cédulas familiares, cuando maduran, se dividen por la ley natural de la supervivencia.
Mi gris, para esta ocasión, sería aventurar que sólo una fuerte personalidad y un sentido profundo de la lealtad y de la confianza ante los demás socios, podrán blindar al socio familiar ante las tentaciones de desunión de quienes, alienados por su propio provecho, siembran la cizaña sin pretenderlo. Distinguir con claridad lo que es cuestión de empresa de lo que concierne a “los suyos” no es tarea sencilla, pero a ella habrá que aplicarse con la tenacidad y frialdad que requiere la voluntad de mantener la cabeza fría si se quiere salvar la unidad familiar
Y no sólo él sino también los otros, difícil ¿no?
Y puesto el gris sobre el tapete, pienso con honradez, que me queda la tranquilidad de haber escrito lo que debo aunque me quede la intranquilidad de aconsejar lo imposible por la sencilla razón de que desalojar las semillas de la discordia de nuestra conciencia, limpiar el subconsciente, es imposible cuando, si nos metemos en negocios, la realidad es que la comunidad familiar ceda el terreno a la sociedad familiar. No es lo mismo, les diferencia una profunda palabra: la solidaridad.
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