EL VOTO
Hace 24 horas ante la mesa electoral y, después de depositar mi voto, oí aquella parte del rito que a mí personalmente, quizás porque hasta maduro no pude votar, me sigue impresionando: “VOTÓ”: .
Hoy, como siempre, todos se proclaman vencedores; y en esta ocasión tal vez lo sean porque los resultados igualan; dan casi empate técnico.
Yo me pregunto: ¿todos son vencedores o, mas bién, todos perdedores hasta las cachas?
Desde anoche los datos y los comentarios de los protagonistas se me han acumulado en mi cerebro; los he agitado y revuelto, como si de culinaria se tratase, los he dejado reposar unas horas y he mirado la superficie como las brujas de los cuentos miran la olla cual si fuera un espejo clarificador de su oráculo.
Veo, y no me creo, que se ha premiado todo lo que como persona detesto: la mentira sistemática y desvergonzada, el insulto, el afán de destruir más que el de construir, la vociferación del peor estilo, el ataque al otro con bajeza y a puñalazo limpio, las posturas prepotentes, las promesas imposibles, la leña por la leña, la defensa del dirigente importando un pìto el interés del administrado, las payasadas injustificables, el sillón como oportunidad y no como servicio. y , el colmo, los votos en catarata a los acusados de corrupción que por vergüenza torera nunca se debieron presentar -¿acaso el pueblo entero piensa que algo le caerá si favorecen al corrupto?- No, no lo entiendo.
También es cierto que debajo de ese aparente telo-espejo, de esa sopa de incongruencias hay cosas buenas y respetables; que se premian muchos esfuerzos y buenas voluntades, gente capaz y honrada: pero lo que se aparece al votante, lo que destaca, lo que vemos los ciudadanos, es negativo. Es más, entre lineas alguien puede leer que siendo sinvergüenza se obtiene el bingo.
Se anuncian hoy reuniones de los grandes dirigentes para analizar el alto grado de abstención. ¿Ahora se extrañan de la decepción hacia los políticos y el "pasar" de la política?
Da la impresión de que cada votante tiene su agujero como lo tienen las hormigas, y en él sólo existe la oscuridad y el servilismo a la reina. No se pueden mezclar porque su madre las parió aquí y este es su clan. Fieles a unas siglas hasta la muerte, y no a unas ideas, se consideran sólo eso: un clan.
No se prefiere mejorar el pueblo ni la vida de sus vecinos. Sólo se persigue que el sillón lo ocupe “el mío” y que a los otros, en ocasiones más capacitados, les den morcillas para que se consuelen.
Ni siquiera se desea una oposición fuerte que fiscalice y detenga al tanque avasallador de los absolutismos.
A los que no votan por decepción yo les aconsejaría el voto en blanco, suena más a reprimenda; y a los que no votan, y encima se vanaglorian, habrá que decirles, cuando se lamenten, que ellos tambien son culpables por omisión. Porque... seguro que serán los primeros en airear sus quejas.
Nada nuevo: la España de siempre. La de la picaresca y la grosería.
A los que contamos la edad por el poco tiempo que la lógica nos otorga y que hemos soportado tanto desmán histórico, esperando la llegada de la cordura, no nos queda otro sentimiento que la frustración..
Yo, que soy un ciudadano más, lo veo así. Claro que tal vez sean “chocheces” de la edad.
Hoy, como siempre, todos se proclaman vencedores; y en esta ocasión tal vez lo sean porque los resultados igualan; dan casi empate técnico.
Yo me pregunto: ¿todos son vencedores o, mas bién, todos perdedores hasta las cachas?
Desde anoche los datos y los comentarios de los protagonistas se me han acumulado en mi cerebro; los he agitado y revuelto, como si de culinaria se tratase, los he dejado reposar unas horas y he mirado la superficie como las brujas de los cuentos miran la olla cual si fuera un espejo clarificador de su oráculo.
Veo, y no me creo, que se ha premiado todo lo que como persona detesto: la mentira sistemática y desvergonzada, el insulto, el afán de destruir más que el de construir, la vociferación del peor estilo, el ataque al otro con bajeza y a puñalazo limpio, las posturas prepotentes, las promesas imposibles, la leña por la leña, la defensa del dirigente importando un pìto el interés del administrado, las payasadas injustificables, el sillón como oportunidad y no como servicio. y , el colmo, los votos en catarata a los acusados de corrupción que por vergüenza torera nunca se debieron presentar -¿acaso el pueblo entero piensa que algo le caerá si favorecen al corrupto?- No, no lo entiendo.
También es cierto que debajo de ese aparente telo-espejo, de esa sopa de incongruencias hay cosas buenas y respetables; que se premian muchos esfuerzos y buenas voluntades, gente capaz y honrada: pero lo que se aparece al votante, lo que destaca, lo que vemos los ciudadanos, es negativo. Es más, entre lineas alguien puede leer que siendo sinvergüenza se obtiene el bingo.
Se anuncian hoy reuniones de los grandes dirigentes para analizar el alto grado de abstención. ¿Ahora se extrañan de la decepción hacia los políticos y el "pasar" de la política?
Da la impresión de que cada votante tiene su agujero como lo tienen las hormigas, y en él sólo existe la oscuridad y el servilismo a la reina. No se pueden mezclar porque su madre las parió aquí y este es su clan. Fieles a unas siglas hasta la muerte, y no a unas ideas, se consideran sólo eso: un clan.
No se prefiere mejorar el pueblo ni la vida de sus vecinos. Sólo se persigue que el sillón lo ocupe “el mío” y que a los otros, en ocasiones más capacitados, les den morcillas para que se consuelen.
Ni siquiera se desea una oposición fuerte que fiscalice y detenga al tanque avasallador de los absolutismos.
A los que no votan por decepción yo les aconsejaría el voto en blanco, suena más a reprimenda; y a los que no votan, y encima se vanaglorian, habrá que decirles, cuando se lamenten, que ellos tambien son culpables por omisión. Porque... seguro que serán los primeros en airear sus quejas.
Nada nuevo: la España de siempre. La de la picaresca y la grosería.
A los que contamos la edad por el poco tiempo que la lógica nos otorga y que hemos soportado tanto desmán histórico, esperando la llegada de la cordura, no nos queda otro sentimiento que la frustración..
Yo, que soy un ciudadano más, lo veo así. Claro que tal vez sean “chocheces” de la edad.