Sustancia que reduce el apetito
Un grupo de investigadores ha descubierto una molécula que podría ayudar a combatir la obesidad, diciéndola al cerebro que el estómago está lleno.
Los investigadores de la Facultad de Medicina de Yale y la Universidad de Cincinnati realizaron experimentos con ratas y ratones y observaron que sus pequeños intestinos liberaban grandes cantidades de una molécula llamada N-acilfosfatidiletanolamina (NAPE) justo después de una comida rica en grasas. Esta sustancia química parece viajar directamente al cerebro y detener las señales posteriores de hambre. A continuación, los investigadores sintetizaron NAPE y la inyectaron en ratas. Tras apenas cinco días de tratamiento, éstas mostraron una reducción del apetito y una pérdida de peso significativa.
Ahora, el investigador principal, Greg Shulman, y su equipo están monitorizando los niveles de NAPE en humanos para ver si aumentan de forma similar tras una comida abundante. En última instancia, estos estudios podrían ayudar a los investigadores a diseñar mejores supresores del apetito y fármacos para la obesidad.
El equipo utilizó el sistema de análisis de lípidos de Shulman para investigar lo que sucede con la grasa que pasa a la sangre tras ingerir una comida rica en grasas. Los científicos razonaron que los derivados grasos que se introducen en el torrente sanguíneo podrían actuar como mensajeros para indicar al cerebro que el cuerpo ha sido alimentado. Utilizaron este enfoque para comparar los lípidos presentes en el plasma sanguíneo de las ratas que habían ayunado o comido, y buscaron la NAPE.
Los investigadores observaron que apenas había unos niveles bajos de NAPE en la sangre de las ratas que habían ayunado durante 12 horas, mientras que los niveles se disparaban entre un 40 y un 50% en los animales que habían tomado una cena rica en grasas. Además, la NAPE no aumentó en los roedores que sólo comieron proteínas o carbohidratos, lo que sugiere que los niveles de NAPE reflejan la cantidad de grasa ingerida en una comida.
Los investigadores observaron también que al inyectar NAPE sintética en la cavidad abdominal o la sangre de los roedores, su apetito disminuía sustancialmente: cuanta más NAPE recibían, menos comían. "Es realmente eficaz", señala Shulman. "Con la dosis más elevada, el animal no come en 12 horas". Con una dosis baja, comparable al repunte que se produce de forma natural en los niveles de NAPA tras una comida, los roedores comieron un 25% menos que los animales de control. Incluso se comportaron como si estuviesen llenos, durmiendo "la siesta", como si acabaran de comer, señaló Shulman, quien señaló que pruebas adicionales confirmaron que los animales tan solo estaban aletargados y no enfermos ni incapacitados.
Cuando los investigadores liberaron diminutas cantidades de NAPE directamente en el cerebro, se produjo el mismo efecto que con las dosis superiores liberadas en sangre, lo que, según Shulman, sugiere que el compuesto se comunica directamente con el cerebro. Los resultados se han publicado en la revista Cell.
Fuente: Technology Review
Los investigadores de la Facultad de Medicina de Yale y la Universidad de Cincinnati realizaron experimentos con ratas y ratones y observaron que sus pequeños intestinos liberaban grandes cantidades de una molécula llamada N-acilfosfatidiletanolamina (NAPE) justo después de una comida rica en grasas. Esta sustancia química parece viajar directamente al cerebro y detener las señales posteriores de hambre. A continuación, los investigadores sintetizaron NAPE y la inyectaron en ratas. Tras apenas cinco días de tratamiento, éstas mostraron una reducción del apetito y una pérdida de peso significativa.
Ahora, el investigador principal, Greg Shulman, y su equipo están monitorizando los niveles de NAPE en humanos para ver si aumentan de forma similar tras una comida abundante. En última instancia, estos estudios podrían ayudar a los investigadores a diseñar mejores supresores del apetito y fármacos para la obesidad.
El equipo utilizó el sistema de análisis de lípidos de Shulman para investigar lo que sucede con la grasa que pasa a la sangre tras ingerir una comida rica en grasas. Los científicos razonaron que los derivados grasos que se introducen en el torrente sanguíneo podrían actuar como mensajeros para indicar al cerebro que el cuerpo ha sido alimentado. Utilizaron este enfoque para comparar los lípidos presentes en el plasma sanguíneo de las ratas que habían ayunado o comido, y buscaron la NAPE.
Los investigadores observaron que apenas había unos niveles bajos de NAPE en la sangre de las ratas que habían ayunado durante 12 horas, mientras que los niveles se disparaban entre un 40 y un 50% en los animales que habían tomado una cena rica en grasas. Además, la NAPE no aumentó en los roedores que sólo comieron proteínas o carbohidratos, lo que sugiere que los niveles de NAPE reflejan la cantidad de grasa ingerida en una comida.
Los investigadores observaron también que al inyectar NAPE sintética en la cavidad abdominal o la sangre de los roedores, su apetito disminuía sustancialmente: cuanta más NAPE recibían, menos comían. "Es realmente eficaz", señala Shulman. "Con la dosis más elevada, el animal no come en 12 horas". Con una dosis baja, comparable al repunte que se produce de forma natural en los niveles de NAPA tras una comida, los roedores comieron un 25% menos que los animales de control. Incluso se comportaron como si estuviesen llenos, durmiendo "la siesta", como si acabaran de comer, señaló Shulman, quien señaló que pruebas adicionales confirmaron que los animales tan solo estaban aletargados y no enfermos ni incapacitados.
Cuando los investigadores liberaron diminutas cantidades de NAPE directamente en el cerebro, se produjo el mismo efecto que con las dosis superiores liberadas en sangre, lo que, según Shulman, sugiere que el compuesto se comunica directamente con el cerebro. Los resultados se han publicado en la revista Cell.
Fuente: Technology Review