Tratamiento eficaz para niños obesos
Investigadores de la Universidad de Glasgow han descubierto un nuevo enfoque para el tratamiento de la obesidad infantil y han demostrado que su método es más eficaz que otras prácticas actuales.
El equipo, dirigido por el Prof. John Reilly, se centró en los cambios de estilo de vida, en lugar de en la pérdida de peso, animando a los niños a controlar su tratamiento y realizar más actividades físicas.
El programa utilizó un enfoque basado en la familia según el cual son el niño y sus familiares quienes determinan los cambios, establecen sus propios objetivos y monitorizan su comportamiento para mantener su peso. Además, como parte del tratamiento, los niños aprendieron a utilizar un ‘sistema de semáforo’, en le que los alimentos y las bebidas están codificados como ROJO (de elevado contenido energético y que se deben tomar solo en ocasiones especiales), ÁMBAR (consumo restringido) y VERDE (consumir en cualquier cantidad).
“Se animó a los niños a modificar su dieta, incrementar su actividad física y reducir los comportamientos sedentarios, como ver la televisión o jugar a videojuegos, a no más de dos horas al día”, señaló el Prof. Reilly. También se utilizaron técnicas del comportamiento para animar a las familias y ayudarles a realizar los cambios en su estilo de vida. Puesto que el programa se centró en los cambios en el estilo de vida y no en la pérdida de peso, los niños solo se pesaron tres veces durante los seis meses del programa.
“Comparamos el programa de tratamiento estándar de la seguridad social escocesa con este nuevo programa práctico. Ahora, se ofrecen a los niños unas 3 ó 4 consultas externas con pediatras dietistas a lo largo de 6 a 10 meses, con un contacto total con el paciente de 60-90 minutos”, señaló Reilly. “Nuestro método consiste en ocho consultas (7 consultas externas y 1 visita a casa) a lo largo de 26 semanas con un contacto total con el paciente de unas cinco o seis horas.
Ambos tratamientos resultan beneficiosos para la calidad de vida de los niños, pero el nuevo obtuvo mayores beneficios en cuanto a peso y estilo de vida. Y lo más importante: fue bien recibido tanto por los niños y como por sus padres.
El Profesor Reilly trabajó con investigadores de los Sick Children’s Hospital de Glasgow y Edimburgo y sus resultados se publicaron en el ejemplar de marzo de la revista médica estadounidense Pediatrics.
Fuente: Universidad de Glasgow
El equipo, dirigido por el Prof. John Reilly, se centró en los cambios de estilo de vida, en lugar de en la pérdida de peso, animando a los niños a controlar su tratamiento y realizar más actividades físicas.
El programa utilizó un enfoque basado en la familia según el cual son el niño y sus familiares quienes determinan los cambios, establecen sus propios objetivos y monitorizan su comportamiento para mantener su peso. Además, como parte del tratamiento, los niños aprendieron a utilizar un ‘sistema de semáforo’, en le que los alimentos y las bebidas están codificados como ROJO (de elevado contenido energético y que se deben tomar solo en ocasiones especiales), ÁMBAR (consumo restringido) y VERDE (consumir en cualquier cantidad).
“Se animó a los niños a modificar su dieta, incrementar su actividad física y reducir los comportamientos sedentarios, como ver la televisión o jugar a videojuegos, a no más de dos horas al día”, señaló el Prof. Reilly. También se utilizaron técnicas del comportamiento para animar a las familias y ayudarles a realizar los cambios en su estilo de vida. Puesto que el programa se centró en los cambios en el estilo de vida y no en la pérdida de peso, los niños solo se pesaron tres veces durante los seis meses del programa.
“Comparamos el programa de tratamiento estándar de la seguridad social escocesa con este nuevo programa práctico. Ahora, se ofrecen a los niños unas 3 ó 4 consultas externas con pediatras dietistas a lo largo de 6 a 10 meses, con un contacto total con el paciente de 60-90 minutos”, señaló Reilly. “Nuestro método consiste en ocho consultas (7 consultas externas y 1 visita a casa) a lo largo de 26 semanas con un contacto total con el paciente de unas cinco o seis horas.
Ambos tratamientos resultan beneficiosos para la calidad de vida de los niños, pero el nuevo obtuvo mayores beneficios en cuanto a peso y estilo de vida. Y lo más importante: fue bien recibido tanto por los niños y como por sus padres.
El Profesor Reilly trabajó con investigadores de los Sick Children’s Hospital de Glasgow y Edimburgo y sus resultados se publicaron en el ejemplar de marzo de la revista médica estadounidense Pediatrics.
Fuente: Universidad de Glasgow
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